La plaza, teatro de la ciudad
“En torno a la plaza, viviría la élite teocrática y sus sirvientes en una serie de edificios representativos, tanto desde el punto de vista religioso como gubernativo. A medida que nos alejamos del centro empiezan a aparecer las viviendas de los grupos de artesanos y mercaderes, y más en el extrarradio urbano, los campesinos y los ciudadanos más pobres, en casas construidas con materiales deleznables. Por tanto, el valor funcional de la plaza, como manifestación de los usos cívicos y religiosos, de la que parten calles y se estructuran manzanas, modelando antiguos poblados suburbanos y configurando la vida social y cultural de la ciudad, es sin duda el elemento más significativo de la ciudad hispanoamericana”. Sanz(2004)“Las ciudades en la América Hispana“. Pag 23.
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Además de su rol organizador, la plaza funciona como el principal escenario de la vida social, política y cultural de la ciudad. Es el lugar donde se celebran fiestas religiosas, actos públicos, mercados y proclamaciones, y donde se visibiliza el poder tanto de la Iglesia como de las autoridades civiles. Por esta multiplicidad de funciones, su centralidad física y simbólica, y su capacidad para articular el espacio urbano, la plaza se convierte en el elemento más representativo y significativo del modelo de ciudad hispanoamericana.